Después de más de 10 meses de la pandemia de COVID-19 en el mundo, cada día la ciencia y la medicina descubren cosas nuevas sobre el virus SARS-CoV-2 y sobre la enfermedad que causa, COVID-19. Una de las más recientes es que en muchos pacientes que ya se han recuperado de la infección, los síntomas de la enfermedad no desaparecen y no se sabe cuándo o si algún día desaparecerán.
En Estados Unidos, con más de 7.6 millones de personas que han sido infectadas por el virus SARS-CoV-2, algunos pacientes con síntomas debilitantes persistentes después de la infección se refieren a sí mismos como “long-haulers” (traducido al español “de travesía larga”). De acuerdo con algunas estimaciones, tales personas, que también se comienzan a identificar como casos de COVID-prolongado, podrían llegar a ser hasta uno de cada tres infectados. El cuadro que caracteriza a quienes presentan COVID-prolongado es que a pesar de haber logrado superar la enfermedad, siguen sufriendo síntomas desde leves hasta severos, similares a los que padecieron durante la infección, tales como fatiga crónica, dificultad para respirar y ritmo cardiaco acelerado, entre otros.
Son muchos los retos y problemas que enfrentan las personas que padecen COVID-prolongado, uno de los más insidiosos es encontrar que en muchas ocasiones sus familiares, colegas e incluso algunos médicos atribuyen la persistencia de los síntomas relacionados con COVID-19 a un proceso de ansiedad, descartando que sea un fenómeno real, en muchas ocasiones, debilitante. Las secuelas orgánicas que deja el virus SARS-CoV-2 tras la infección son reales, afectan a una proporción importante de las personas que padecieron COVID-19 y persisten durante meses, sin que a la fecha se tenga la certeza cuándo o si algún día desaparecerán. Muchos de estos pacientes “long-haulers”, presentan dificultad para realizar incluso actividades que requieren un mínimo esfuerzo como bañarse, prepararse de cenar o caminar unos cuantos pasos.
Los sentimientos de incertidumbre y desesperación que generalmente sufren los pacientes que presentan COVID-prolongado, intitula a este artículo: “No está en mi mente”. El artículo da voz a quienes sufren estas secuelas, evidenciando que el fenómeno es real y no está en su imaginación. Desafortunadamente, la medicina tiene en la actualidad pocas respuesta y soluciones que ofrecer a las personas que desarrollan este tipo de secuelas duraderas después de haberse recuperado de COVID-19, que como muchos de ellos describen, los ha convertido “en otra persona”, una diferente a la que eran antes de la enfermedad.
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Mervosh S. ‘It’s Not in My Head’: They Survived the Coronavirus, but They Never Got Well. The New York Times Sep 28, 2020 (online).